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Reflexionando sobre la nueva generación: ‘los artificiales’

Cuando pienso en la Generación Beta o “los artificiales”, no puedo evitar compararla con la mía, la generación millennial. Nacimos en un mundo en transición tecnológica, con dispositivos como las grabadoras de cassettes, disquetes, y las primeras consolas de videojuegos, mientras que ellos, los nacidos entre 2025 y 2039, crecerán en un entorno donde la inteligencia artificial y la tecnología avanzada serán parte esencial de su vida diaria. Ya desde su nacimiento, tendrán acceso a herramientas que hoy parecen futuristas, lo que les permitirá explorar el mundo de una manera totalmente diferente.

La curiosidad como motor creativo

Si algo marcó a mi generación fue la curiosidad. Cada nuevo avance despertaba preguntas: ¿Cómo funciona esto? ¿Qué puedo hacer con esta herramienta? ¿Cómo puedo usarla de una manera diferente? Recuerdo pasar horas grabando canciones de la radio en cassettes, explorando las primeras versiones de Internet o jugando videojuegos que parecían tan avanzados en su época. Todo esto alimentó mi creatividad y mi deseo de explorar nuevas formas de expresión.

Hoy, ya estamos viviendo el impacto de la inteligencia artificial, y aunque no nacimos con ella, nos hemos adaptado muy bien. Incluso creo que los millennials y las generaciones anteriores hemos demostrado que no solo somos capaces de usar estas herramientas, sino también de aprovecharlas para crear, innovar y resolver problemas de manera eficiente. Esto me lleva a preguntarme: ¿Cómo será para la Generación Beta, que nacerá con estas herramientas ya integradas en su día a día?

Los desafíos de una generación hiperconectada

Es fascinante pensar en cómo será la criatura creativa de esta generación. Por un lado, tendrán acceso a un mundo lleno de posibilidades desde el primer momento: inteligencia artificial, realidad aumentada, Internet de las cosas, automatización… herramientas que para nosotros fueron un descubrimiento, pero para ellos serán algo cotidiano. Sin embargo, me pregunto si eso les quitará un poco esa chispa de curiosidad que teníamos al descubrir todo por primera vez. ¿Cómo se desarrollará su creatividad si gran parte de su mundo ya viene preconfigurado?

Otro aspecto que me genera curiosidad es quiénes serán los padres de estos niños y cómo los criarán. Muchos de los “Artificiales” serán hijos de millennials o incluso de la Generación Z, personas que ya han experimentado de primera mano el impacto de la tecnología en sus vidas. Esto podría ser un punto a favor, ya que probablemente estos padres buscarán enseñarles no solo a usar la tecnología, sino también a entender sus límites y equilibrarla con habilidades humanas como la empatía, el pensamiento crítico y el arte de disfrutar lo simple.

 

¿Hacia dónde va la creatividad?

Lo que más me intriga es cómo cambiará la curiosidad y creatividad de esta generación. Mientras que para nosotros el acceso a herramientas tecnológicas era un lujo que nos motivaba a aprender y experimentar, para ellos será algo natural. Tal vez su creatividad no se desarrolle tanto a partir del descubrimiento, sino de la integración y reinvención. Me imagino a los “Artificiales” creando con inteligencia artificial desde muy pequeños, diseñando cosas que aún no podemos imaginar y enfrentando problemas globales con soluciones tecnológicas avanzadas.

Sin embargo, también me preocupa que el exceso de estímulos digitales pueda hacer que pierdan el interés por explorar fuera de las pantallas. ¿Cómo se mantendrá viva esa chispa de curiosidad en un mundo donde todo está al alcance de un clic? Creo que será clave enseñarles a equilibrar lo virtual con lo real, lo digital con lo humano.

Un mundo lleno de posibilidades

A pesar de todas las preguntas, no puedo evitar sentirme emocionada por lo que esta generación podría lograr. La Generación Beta, también conocida como los “Artificiales”, tendrá herramientas que nosotros nunca imaginamos, y eso les dará el potencial para ir mucho más allá de lo que hemos alcanzado. Si algo he aprendido como millennial es que la tecnología no es el enemigo, sino una herramienta increíble para potenciar nuestra creatividad, y estoy segura de que ellos lo llevarán al siguiente nivel.

Estoy ansiosa por ver qué ideas, proyectos y formas de arte surgirán de estas mentes nacidas en un mundo hiperconectado. Y aunque nosotros no nacimos en la era de la inteligencia artificial, hemos demostrado que podemos adaptarnos, aprender y crecer junto a ella. Tal vez esa será nuestra mayor enseñanza para esta generación: mostrarles que, aunque el mundo avance a pasos agigantados, siempre habrá espacio para la curiosidad, la creatividad y lo humano.

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